

Esa fue la frase más escuchada a medida de que iban pasando todos los partidos de nuestra selección de fútbol. Realmente, nadie creía que Uruguay, ese país chico de Sudamérica, iba a llegar tan lejos. Pero estos veintitrés orientales se encargaron de hacer callar a todos los críticos a nivel internacional. Demostraron que con esfuerzo y trabajo se pueden llegar a hacer grandes cosas. Un gran ejemplo de esfuerzo fue el de Nicolás Lodeiro, que en el partido contra Ghana, aún después de que le quebraran un dedo del pie, (una lesión muy dolorosa) siguió jugando los setenta minutos restantes de partido.
Fue un mundial muy emocionante, porque hacia cuarenta años que Uruguay no llegaba tan lejos. Para mí fue mi primer mundial, porque en el del 2002 yo era muy chica y el único recuerdo que tengo es un póster de la época que salió en la revista “Charoná”.
Hubo momentos muy apasionantes y que todo el mundo va a recordar por mucho tiempo, como la famosa “Mano de Dios” de Luis Suárez cuando nos salvó en el partido contra Ghana, y aquel penal decisivo en el que el Loco Abreu se empecino en tirar último, para poder revisar que estuviera en la razón y, cansar a Fucile con la misma pregunta, “Fuci, ¿se tiró, no?”, para recibir siempre la misma respuesta “Sí, Loco”. Así fue que el Loco casi nos infarta picando la pelota en ese penal tan decisivo. Con la victoria de ese partido también tuvieron mucho que ver Fernando Muslera, atajando dos penales, y, el travesaño que ¡realmente se ganó el cariño de todos los uruguayos!.
Nuestra selección llegó hasta las semifinales, que en mi opinión, merecía haber llegado hasta la misma final. Pero, como dijo el “Maestro” Tabárez, “Si había que perder, esta fue la manera más digna de hacerlo”. Perdimos 3-2 con Holanda, jugando todo el tiempo, y si el partido se seguía unos minutos más seguro ganábamos.
El último orgullo que nos dieron, además de haber dejado el alma en la cancha, fue la distinción al “Mejor Jugador del Mundial Sudáfrica 2010” para el delantero Diego Forlán que marcó cinco goles a lo largo de su pasaje por el mundial.
No tuve cábalas a lo largo del mundial, pero el partido que viví de una manera un poco más extraña, por decirlo de alguna manera, fueron los primeros minutos del partido con Corea del Sur, cuando Suárez a los 8’ convirtió el primer gol. Yo estaba en un ómnibus con mi prima, llegando al Aeropuerto de Carrasco y me paré porque la persona que estaba a mi lado se quería bajar, y empieza a gritar todo el ómnibus, yo no entendía nada porque me había sacado los auriculares para pararme y hasta que se sintieron los gritos al unísono ¡GOOOL!.
Todos los partidos fueron especiales y muy distintos entre sí, pero había un punto en común cada gol uruguayo lo grité con toda mi energía, cada gol del rival lo sufrí, y por cada victoria uruguaya me sentía más orgullosa de esa selección que me representaba en Sudáfrica.
Por eso y por muchas cosas más... ¡GRACIAS MUCHACHOS!
Valentina Suárez 2º2
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