Cuando comenzó el mundial yo estaba en el liceo. Ese mismo día jugaba Uruguay contra Francia, pero el partido era a las 3:30 pm.
La apertura comenzaba a las 11:00, a esa hora me pinté la cara dibujándome una banderita de Uruguay. Me pintó Sofia, yo pinté a Ximena y Ximena a Sofía. Desde ese día pintarme se transformó en una cábala. Yo lo hice en todos los partidos.
El mundial seguía y las clases se transformaron en vacaciones, ya no pude pintarme más con ellas.Igual lo seguía haciendo con otra amiga.
Cada partido era una bandera distinta, nos pitábamos cada vez más. Cuantos más partidos ganábamos más gente se pintaba con nosotras y siempre triunfamos hasta que jugamos con Holanda.
Para ese partido habíamos organizado de todo, fuimos a la casa de una amiga, compramos pizza, nos pintamos la cara, teníamos todo celeste, hasta unos peluches grandes, ¡PERDIMOS! Holanda le ganó a Uruguay, igual íbamos por el tercer puesto, nosotras no perdíamos las esperanzas. Para el último encuentro nos pintamos como siempre y miramos el partido juntas. También perdimos,quedamos cuartos. Pero estábamos contentas igual, por eso los fuimos a ver a la rambla.
El día martes 13 estábamos ahí en la rambla, con mucha gente. De ese día no me voy a olvidar nunca, los ví personalmente muy cerca.
En verdad dejé de creer un poco en las cábalas, pero ya no importa porque terminó el mundial.
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